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Foto del escritorElite magazine: EE. UU.

Entrevista a la escritora y maestra Lorena Izquierdo.

Actualizado: 31 dic

Soy orgullosamente ecuatoriana, nacida en la ciudad de Loja, llamada también La Capital Cultural de Ecuador.
Mi matrimonio está consolidado desde hace 38 años con el doctor Bolívar Bravo Ludeña, tenemos cuatro hijos en la tierra y tres en el cielo, nos sentimos doblemente bendecidos al ser abuelos de seis hermosos nietos. Mi perfil profesional es maestra parvularia, escritora y coach ontológica.
El mundo gira indudablemente alrededor de los niños, aquel mundo que lo catalogo como mágico, al que todas las personas podríamos entrar y disfrutar de las maravillas, las fantasías, las risas y ocurrencias que convierten lo obscuro en claro, la tristeza en alegría, el rencor en amor. Las caricias y sonrisas son la medicina que sanan al instante. Tengo varios hobbies, entre ellos puedo destacar el dibujo, la fotografía, especialmente de los atardeceres, el amor y cuidado a las plantas; disfrutar de sus colores, sus formas, olores, conversar con ellas, contarles mis historias y sonreír al sentir que te responden con sus suaves movimientos, aquellos que una simple brisa de viento las hace que sean mis compañeras ideales.
Como Coach Ontológico considero estar preparada para intervenir en los diversos dominios de la vida humana, tanto en lo personal como en lo profesional. El saber que a través de la conversación se puede ayudar a otras personas me incentiva a adentrarme en la Ontología, siendo una buena observadora para alcanzar nuevos desafíos.

LA PROFESIÓN MÁS MARAVILLOSA
MAESTRA PARVULARIA
Hoy puedo asegurar que tengo la mejor profesión del mundo: MAESTRA PARVULARIA. Es la profesión que me hace despertar todas las mañanas con una energía única, que me convierte en un ser muy amado cuando estoy con mi grupo de pequeños. Es la profesión mágica que me ha regalado varios títulos: enfermera, nutricionista, malabarista, cantante, poeta, pintora, escultora, estilista, arquitecta, modista, diseñadora y tantas más. Y aquella que encanta a mis pequeños, ser payasita; títulos que los gané y los estudié en el salón de clase. Mis maestros son mis alumnos, aquellos que me califican con sus aprendizajes, con sus sonrisas y con sus besos.
Es aquí en esta profesión donde verdaderamente se conoce y se disfruta de la inocencia de los niños, no hay un solo día que deje de escuchar un “te quiero mucho” o un “gracias” con un abrazo o un beso. Son 37 años de estar con diferentes grupos y puedo asegurar que me llena de emoción, recordar las travesuras y ocurrencias de mis “peques” como los suelo llamar. Los pasajes maravillosos que me permiten reír aún en los momentos más difíciles. Al estar frente a un grupo de niños de cuatro y cinco años, pude darme cuenta de que en las noches, cuando debía descansar, en realidad trabajaba pensando en crear nuevas rimas, cuentos, fábulas, canciones Y diálogos. También dramatizaba obras en las diversas festividades escolares, desde ese instante me pude dar cuenta que iniciaba mi talento para la escritura. Cada año era diferente, lo hacía sin temor y con mucha más seguridad, es así como tengo varias canciones, poesías, cuentos como “El amor de Félix”, “El ángel amigo”, “El espantapájaros” entre otros, a ello se sumaba las historias llenas de amor, magníficas e insólitas a la vez, de mis pequeños hijos. Todo ello me incentivó a escribir sobre mi profesión en las aulas universitarias y la profesión de madre en las aulas infinitas de la vida, en el libro de mi autoría MADRE & MAESTRA: La mejor lección de mi vida, libro que orgullosamente se lo puede adquirir en la tienda más grande del mundo Amazon.

AMOR, RESPONSABILIDAD EN LA CRIANZA DE LOS HIJOS Y EL DISFRUTE DE LOS NIETOS
Ser madre realmente es una bendición, considero que es la profesión más difícil, uno no estudia en las aulas de la Universidad para aprender a serlo, lo aprende en la universidad de la vida, aquella que nos hace disfrutar a lo máximo, pero que también nos da golpes que nos llegan hasta el alma. La ilusión de ser mamá por primera vez la sentí con dolor al perder a mis primeros hijos, dolor que lo pude sobrellevar con el apoyo de mi esposo; la fe que tuvimos nos dio nuevamente la alegría de convertirnos, luego de unos años más, en padres de gemelos, aquí inició una etapa de amor, aprendizaje, trabajo y responsabilidad, para saber quién es quién. No estuvieron mucho tiempo solos, pues un año después llegó un integrante más; ahora eran tres pequeños varones que llenaban nuestro hogar con risas, llantos, travesuras y diversiones. Aquí comenzó una verdadera tarea, los accidentes que provocaban sus descubrimientos eran bastante continuos. El deseo de tener una niña se cumplió justamente siete años más tarde con un nuevo embarazo doble. Esta vez eran mellizas, o mellizos. Sin embargo, otra vez tocó el dolor a la puerta de nuestro hogar. Durante el embarazo perdí a uno; realmente nunca supe el sexo que tenía, aunque mi corazón siempre me ha dicho que era niña, Dios generosamente permitió que tuviéramos una hermosa niña y así nuestro matrimonio quedó integrado por cuatro maravillosos hijos. El amor y la responsabilidad van creciendo cada vez más, y llega una etapa que se disfruta a plenitud; y con orgullo decimos “somos abuelos”. En mi libro hablo sobre aquellos momentos únicos que tenemos las madres, hoy les comparto estos párrafos que estoy segura de que también los escucharon de sus hijos. EL PASAR DE LOS AÑOS Al escuchar las preguntas que comúnmente solían hacerme mis hijos: —¿quién es mi hijo preferido?, o simplemente me decían, él es tu hijo preferido. Puedo asegurar que mi hijo preferido es con quien estuve por primera vez cuando caminó, el que durmió junto a mí cuando tenía miedo, al que le puse su abrigo para no sentir frío, al que lo alimenté dándole de comer en la boca hasta que pudiera alimentarse por sí solo. Mi preferido es aquel con el que estuve en el consultorio del médico para que lo examinara, al que le di mi mano para sostenerlo mientras aprendía a caminar, al que le conté cuentos e historietas para que se durmiera. Al que peiné y lave su carita cada vez que lo requería, al que le enseñé sus primeras palabras, es con el que estuve toda la noche velando su sueño para poder controlar aquella fiebre, mi hijo preferido estuvo dentro de mi vientre. Es común escuchar esto, de las preferencias, la verdad no se tiene un hijo preferido, se los compara con los dedos de una mano, todos son importantes y ninguno es igual a otro, pero hacen una mano hermosa, útil y completa. El tiempo corre tan a prisa ciertas veces, uno busca la manera de detenerlo, por una parte, no quería ver a mis hijos ya jóvenes porque aún podía acurrucarlos junto a mi regazo, besarlos cuantas veces quiera; seguir viajando siempre los seis juntos; pero, por otra parte, como toda madre quería ver a mis hijos que continuaran en la escuela de la vida, con los valores que tanto su padre como yo les habíamos enseñado desde pequeños.

Ya son jóvenes, ahora es distinta la tarea, ya no escojo su ropa ni zapatos para calzarlos, ya inician sus miradas frente al espejo para corregir su cabello o el cuello de la camisa, es otra música que prefieren escuchar, ya el acostarse en la cama de sus padres, es solamente durante el día. Las salidas comienzan poco a poco, ahora hay más relación con papá, a pesar de que siempre fueron unidos, comenzaba un vínculo más fuerte, compartían su gusto por todo lo que tenía que ver con vehículos y motores; ese era su mundo y disfrutarlo con su padre era lo mejor.

Así mismo en otro párrafo relato lo que seguramente es la historia de muchos hogares, donde los hijos crecieron y la familia aumentó. Nuestra casa, ahora es, la casa de los abuelos, la que empezaba a quedar grande para ocuparla solo papá y mamá, de pronto, ya era chica, ya la familia creció, la visita del fin de semana es la que provoca el bullicio más hermoso, donde compartimos muchas veces alegrías y tristezas, con altos y bajos. Hoy que soy abuela aprendí a ser mejor madre, y ellos, mis hijos, hoy que son padres, aprendieron a ser hijos.
Esto es lo que he vivido y ustedes lo podrán leer y disfrutar en mi libro “MADRE Y MAESTRA”.

Mensaje de Año Nuevo
Juntemos nuestras manos con los seres que amamos para fortalecer el valor del amor, que sea la oportunidad de escuchar y decir un “Te amo” y un “Gracias por estar juntos”, que la paz que nos brinda El Niño Jesús sea el alimento que nos haga crecer en nuestros hogares.
 
Por Sol Barrientos | 15 de diciembre 2023.
Por la Revista Elite: Escritores Internacionales. 
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